Sexo en Carsharing

Hace poco llegó a mis oídos una historia maravillosa sobre un fenómeno que está ocurriendo en la ciudad: Sexo en los coches de carsharing, concretamente en los wible, que son los más grandes.

Vivir con los padres y no tener espacio propio para poder tener sexo es un drama; estar tirado en la cama viendo netflix, darse cariño, caricias, placer, hacer la cucharita, despertarse acompañado y follar en general son placeres de la vida que si no tienes tu propio espacio se antojan difíciles.

En ese punto es en el que entran en escena los picaderos, los asientos de atrás, la incomodidad y los hoteles.

Estás prácticas tan asociadas a la juventud pueden volver a nosotros en el momento menos esperado, ¿Quien no ha tenido que volver a casa de los padres en algún momento? y en ese concreto instante, es en el que el aprendiz enseña al maestro y la Generación Z nos dá un repaso a las demás.

Donde algunos veían en el móvil;  apps que nos facilitan conocer gente, ligar y ver porno, otros han ido un paso más allá usando para lo mismo el resto de aplicaciones que nada tenían que ver con estos cometidos.

Si estás dentro de la ciudad siempre hay uno cerca, sales de la discoteca, localizas el más cercano, ¡Pagas a céntimos el minuto y encima luego te lleva a casa! ¡No sé cómo no nos dimos cuenta antes! Y encima para más cachondeo dicen que en Madrid, el Viso es la zona favorita para ir a aparcar el coche con nocturnidad y alevosía.

¡Wible invítame a ver estadísticas! ¡Esto se merece un estudio! ¿Qué porcentaje del total de usuarios usa esta app para algo más que desplazarse? ¿Cual es la hora de mayor uso? ¿Cuales son los sitios favoritos? ¡Me surgen mil curiosidades!

Una auténtica genialidad, nunca más volveré a ver igual estos coches… ¿Cuánto placer acumulará cada vehículo? ¿Cuantas manos han tocado esos mismos cristales?.

Desde luego es toda una lección de ecología, travesura e ingenio.

Pornonativos…¡Me quito el sombrero!